El pasado 14 de Octubre, tuvimos la fortuna de celebrar en nuestro centro de estudios, a través de ADAHIMAR, una charla informativa sobre el TDAH en el ámbito sanitario. Esta fue realizada, de forma brillante, por la DRA Isabel Hernández Otero(Coordinadora de la unidad de salud mental infanto-juvenil del Hospital clínico de Málaga), gran profesional en su campo, además de gozar de una gran calidez humana que va más allá del ámbito profesional. A decir verdad, esta calidez humana, de la que hablo, debería ser un elemento definitorio de los grandes profesionales, sean, estos, del ámbito: Sanitario, educativo, jurídico...Pero, centrémonos en la disertación de la Doctora Hernández, en concreto, en el déficit de atención en el aula. Según la doctora: "En muchas ocasiones este déficit de atención no da la cara hasta que no se abandona la enseñanza primaria y se comienza la secundaría. Probablemente, esto ocurra, debido al menor nivel de exigencia en primaria, respecto de secundaría". Esta aseveración me hizo pensar en todos aquellos casos cuyo denominador común había sido: Una primaria en la que, incluso, no habían conocido el suspenso, y un batacazo académico en el inicio de secundaria( Entre 5 y 7 suspensos). Evidentemente, no todos los casos que cumplen estas dos premisas, obedecen a trastornos por déficit de atención, más bien, habría que ser extremadamente meticuloso y tener la certeza de que se trata de un caso de déficit de atención, para, de esta manera, ofrecer la mejor de las ayudas posibles, ya que, de lo contrario, podría achacarse, de forma equivocada, el déficit de atención: a problemas de adaptación( Paso del colegio al instituto), actitudes de rebeldía, típicas de la edad adolescente, o, incluso enmascarar el problema, atribuyendo este cambio de actitud a las nuevas amistades, que según sus progenitores: Están influyendo negativamente en su hij@, evidentemente esta última circunstancia podría agravar el problema, caso de padecer el trastorno, pero en ningún caso, sería la raíz del mismo, sino, parte de él. Esto es, el trastorno No se padece por tener malas compañías. Estos posibles, llamémosles: "achaques", nos llevan a los profesionales( Psicólogos, profesores, pedagogos...), que ejercemos en academias de barrio como la mía, a la confusión y posteriormente a la frustración. Me explico: En muchos casos nos llega un/a padre/madre en busca de clases de apoyo para su hij@. Nos explica, con cierto desasosiego, que su hij@ no tuvo ningún problema en la educación primaria, y que, ahora, no para de traer suspensos, ¿la culpa de esta situación? Cualquier motivo de los anteriormente expuestos. Posteriormente, empezamos a trabajar con el alumn@ y vamos observando un exceso de pérdida de atención sostenida, puesta de manifiesto en el hecho de presentar una mayor dificultad de comprensión cuando la tarea demanda aumento en la atención, a la par que se va aumentando la dificultad en ésta. Llegados a este punto y pasados un tiempo prudencial, volvemos a citar a los padres para explicarles la posibilidad de que su hij@ padezca el trastorno por déficit de atención. Les insistimos en la necesidad de establecer canales de comunicación con el centro educativo en el que estudia nuestro alumn@,así como la posibilidad de que sea evaluado por un profesional de salud mental infanto-juvenil, para establecer la necesidad de medicación, o, no. Además informamos de la necesidad de un trabajo psicopedagógico constante, y, sobre todo, informamos de la necesidad de confiar en los profesionales de la educación, ya que, los resultados, pueden tardar en llegar. La mayoría de los padres aceptan la intervención que se propone y ven con buenos ojos tu implicación, pero, siguen anhelando el tan ansiado aprobado, que sigue sin llegar. Esto, en muchas ocasiones, da lugar al abandono de las clases psicopedagógicas. Actitud comprensible, ya que, a mi juicio, estamos ante una "Cultura educativa" en la que se impone el aprobado o el título académico, por encima del propio aprendizaje. Este abandono, echa por tierra todo el trabajo y el posible avance conseguido, es decir, nos quedamos con el trabajo a medio camino, ya que ese avance, no pasó la prueba del algodón, que marca el aprobado, y por consiguiente, se da por finalizado un trabajo que, a todas luces, está inconcluso.
Afortunadamente, son muchas las familias, que siguen adelante, confían en los profesionales de la educación que iniciaron el apoyo psicopedagógico, aunque el aprobado no se haya logrado.Esta actitud redundará, de forma positiva, en el alumn@, ya que, se impondrá el aprendizaje por encima del aprobado, o del resultado del examen, que , a menudo, nos ofrece resultados que no se corresponden con la realidad.
Pero no nos engañemos, este trastorno requiere: Profesionales cualificados e implicados, trabajo, tiempo, y sobre todo, paciencia.