jueves, 19 de febrero de 2015

El vendedor de Humo

Os dejo este corto y algunas actividades propuestas, para trabajar en familia o en casa. Por supuesto podéis ampliarlas  según vuestro criterio. Las que yo propongo son sólo algunas ideas.
Actividades propuestas

1.- ¿Qué les dá el vendedor a los personajes de pueblo?

2.- ¿Qué sentimientos crea en la gente el vendedor? ¿Crees que es real?

3.- Si alguien te ofreciera algo , como el humo del vendedor, que evitara tus problemas ¿Te lo creerías?

4.- Debatid algunas formas de resolver los problemas

5.- Elige 3 adjetivos que definan al vendedor, y haz un pequeño resumen que incluya esos tres adjetivos.
Te damos algunos: Simpático, triste, mentiroso, guapo, feo, inteligente, avaro, honrado, torpe.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Los estilos educativos ante las drogas.


Nuestra sociedad ha evolucionado, en lo que respecta al estilo educativo, aunque lo ha hecho de  forma radical. Hemos pasado de un estilo autoritario, basado en la rectitud y la norma impuesta por los padres ,sin explicación previa, a un modelo laxo o permisivo, en el que al niño “se le deja hacer” sin ponerle ninguna cortapisa o límite, apelando a  su bienestar, a un supuesto desarrollo psicoafectivo y social…
Hay que recalcar y dejar claro que ambos estilos son negativos, digamos que son los extremos de un continuo, de ahí la radicalidad anteriormente apuntada. Pero, si negativos eran los dos estilos anteriores, más nocivos son los estilos caracterizados por la ambivalencia, es decir, la alternancia de un estilo autoritario con otro laxo o permisivo. Esto provocará en el niño, joven o adolescente un tremendo desconcierto y, sobretodo, una gran inseguridad e indefensión.
Los valores hacia cualquier cosa son transmitidos de padres a hijos a través de la educación y aquellos relativos al consumo de drogas no son una excepción.

Lo deseable seria un estilo educativo democrático, es decir, aquel que se encuentra a medio camino entre el polo permisivo y el autoritario, ya que, si bien, la permisividad da vía libre al consumo de drogas  por inacción de los progenitores, la prohibición absoluta sin explicación, impuesta por el modelo autoritario, puede hacer que EL joven o adolescente desee todo aquello que se le prohíbe. Esta, sin duda, es una característica que muestran muchos jóvenes y adolescentes, esto es, la atracción por lo prohibido y desconocido.
Ahora bien, hay otras dos actitudes ,mostradas por l@s Madres/padres, hacia la prevención  del consumo de sustancias psicoactivas, estas son, por un lado, la indiferencia y  por otro la doble moral, más dañinas, si cabe, que los dos extremos apuntados anteriormente( permisivo y autoritario). El caso de la indiferencia transciende a la permisividad, ya que, si en esta se permite el consumo, en aquella se muestra la desidia de los progenitores, esto es, les da igual lo que hagan sus hijos con respecto al consumo de drogas. Finalmente en la cúspide del daño hacia la prevención en el consumo de sustancias psicoactivas se encontraría la actitud de doble moral, aquella que supone la contradicción entre lo que se dice y lo que se hace, ya que, supone hacer lo que yo digo pero no lo que yo hago.  Y ya sabemos que no predicar con ejemplo  es la peor de las enseñanzas. No deberíamos prohibirles, por ejemplo, el tabaco y el alcohol mientras fumamos un cigarrillo y sostenemos una copa de vino, con el único argumento de que es malo para la salud, o bien, que el menor es demasiado pequeño para hacerlo. En el menor podrán surgir preguntas del tipo: “si es malo para la salud ¿Tú por qué lo haces?, ¿Por qué tú si y yo no? ¿Cuándo sea mayor podré hacer lo mismo que tú? Vemos que la mera prohibición sin explicación puede provocar ,en el menor, una gran confusión respecto al consumo de sustancias psicoactivas. Debemos tener en cuenta que a estas edades, es decir, infancia y preadolescencia, los niñ@s suelen actuar por imitación, por ejemplo: si preguntamos a un menor :¿De qué equipo eres?, Muy probablemente responderá que él/ella es del mismo equipo que el de su padre o su madre, de la misma manera, cada vez que actuamos de una determinada forma ellos imitarán nuestras conductas, esto es, si decimos una palabra mal sonante(palabrota) en un momento de desesperación, ell@s entenderán que así tiene que ser y ejecutarán la misma acción en las mismas circunstancias. Cada vez que vamos a un bar o restaurante y tomamos alcohol, por ejemplo, indirectamente estamos mandándoles una señal de normalización de la situación, es decir, no se le da importancia a su consumo, forma parte de las relaciones de los “mayores”. Banalizamos el consumo de una sustancia que puede tener consecuencias desastrosas en el futuro de la vida de ese menor, máxime si no hay una explicación previa de sus posibles daños.
Pero, ¿no me puedo tomar una copa delante de mi Hij@? Es la pregunta que muchos padres me hacen cuando les explico las consecuencias  perniciosas que pueden tener sobre nuestr@s hij@s una actitud de doble moral. La respuesta es compleja y dependerá, en gran medida, del tipo educativo que tomemos. Veámoslo con dos posibles ejemplos:

1º Supongamos que El padre de Pablo, niño de 8 años, suele beber alguna copa de vino cuando come, e incluso ingiere alguna bebida de alta graduación cuando alterna con amigos. Su madre sigue una pauta similar, es decir, a veces toma cerveza a la hora de comer, y cuando charla en alguna fiesta bebe algún preparado de alta graduación. Pues bien, un día Pablo a la hora de comer, les hace la gran pregunta ¿Puedo probar esa bebida Mamá/Papá? Si los padres optan por una actitud democrática, mantendrán ,con él ,una charla sobre el alcohol. Le podrán decir, entre otras cosas, que él no debería de beber porque su cabecita todavía no está preparada para ello y que esas bebidas, al igual que los pasteles, cuando tomas demasiado puede hacerte mucho daño: Te dolerá la barriguita, tendrás ganas de vomitar, puedes hacerte daño a ti y a los que te rodean...
Estas charlas deberían de ser periódicas, es decir, no todos los días, sino, más bien, cuando surja la ocasión de forma natural, o bien precipitar algunas charlas sobre este asunto. Es más eficaz varias charlas que se dilaten en el tiempo, pongamos por caso varias al año, que muchas muy seguidas para posteriormente no volver a tocar el tema.
2º Supongamos, ahora, el mismo caso que el anterior, pero con la salvedad de que llegado el momento de la gran pregunta, los padres de Pablo optan por prohibir sin más esa sustancia, apelando a la edad de Pablo.
Cuando Pablo crezca y alcance la adolescencia y sienta la presión del grupo de iguales, este, en el primer caso, tendrá una referencia de lo que le puede pasar si ingiere alcohol y, caso de hacerlo, tendrá más probabilidades de contarle su experiencia a sus padres que en el segundo caso, en el cual podrá sentirse confuso e indefenso y con muy baja probabilidad de apoyarse en sus padres a la hora de expresarle sus sentimientos por lo ocurrido.

Si bien estos son dos ejemplos ficticios de una multitud de posibles casos, hay que dejar claro que el prohibir sin explicación no lleva necesariamente a la adicción, pero sí, eleva sobremanera las probabilidades de ella y ante determinadas variables de personalidad, del ambiente familiar y social que  rodea a la persona, estas actitudes de educación que se alejan del modelo democrático, se convierten en un factor de riesgo en el consumo de sustancias psicoactivas.