miércoles, 29 de enero de 2014

Suspenso versus Aprobado

"Te suspendo para que te esfuerces más en el siguiente trimestre". En muchas ocasiones he oído esta frase que muchos docentes utilizan de forma errónea ,desde mi punto de vista, para tratar de provocar un hipotético mayor esfuerzo por parte del alumn@ que en la mayoría de los casos no se cumple.

Si partimos de la base de que la evaluación numérica es un proceso subjetivo, estaríamos ante un error de nuestro sistema educativo. En palabras de Miguel Ángel Santos Guerra:"Los profesores evaluamos algunas veces, no sólo con subjetividad, sino con evidente arbitrariedad y , a veces, con crueldad", o Si acudimos a una de las conclusiones que la pedagoga María Acaso ha llegado en su esclarecedor libro "Redevolution":"Es imposible representar mediante un número todo aquello que sucede durante mucho o poco tiempo, todo aquello que pretende transformar a una persona, todo aquello que pretende producir un cambio, no es posible representar mediante un número la experiencia de aprendizaje".

Estaríamos, pues, ante un procedimiento educativo injusto, ya que en muchas ocasiones notas por debajo del "aprobado" esconden un esfuerzo de aquell@s que por diferentes causas, el día del examen no llegan a plasmar en el papel y son tachados, de forma errónea, como vag@s, o, en el mejor de los casos, calificados como alumn@s cuyo esfuerzo ha sido "insuficiente", además de demandárseles una mayor dedicación para el siguiente trimestre. Esto suele provocar una tendencia hacia el  desapego con un sistema que les ha penalizado su esfuerzo.
Por otro lado, también es cierto que algun@s docentes incluyen en su forma de evaluación elementos que hacen aumentar la nota numérica final, como trabajos, fichas a entregar e incluso la actitud mostrada en clase.  Aunque,En mi opinión este sería el camino hacia una calificación más justa, esta forma de evaluar no es actualmente la norma.
Finalmente, creo que debemos ser conscientes de que en el proceso de aprendizaje tod@s somos parte implicada en él.
Ahora permítaseme un ejemplo que ilustrará lo expuesto en el párrafo anterior : En una ocasión fui a un centro educativo para hablar con una docente sobre un alumno mío, después de una charla con ella le propuse como forma de evaluación el trabajo diario del alumno, ella me respondió que ese sería el ideal, pero que si ella no asignaba una nota numérica al trabajo de cada un@ de sus alumn@s, las madres y los padres expresarían su disconformidad con esta forma de evaluación, ya que estos, me razonó de forma convincente, esperan el número en la asignatura correspondiente y no una apreciación de los errores que presenta el alumn@ y que hay que reforzar . La conclusión a la que llegué tras esta interesante charla fue que esta forma de evaluación numérica, no sólo depende de l@s docentes, sino que se trata, también de una cuestión fuertemente arraigada en nuestra sociedad.
Así que cambiar la forma de evaluación no depende únicamente del docente, sino que   tod@s parte del problema y de la solución.

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