Hoy día existe la posibilidad de visionar un programa, informativo, documental…. En televisión con posterioridad a su emisión, por supuesto, gracias a Internet, es una de sus bonanzas. Buena opción esta de la “televisión a la carta” que así se llama, al menos para alguien como yo que le aburren sobremanera la gran mayoría de la programación que pulula por la “caja tonta”, aunque debido al avance tecnológico actual podríamos denominarla como “El rectángulo tonto” o algo así. En fin banalidades a parte, no es una extensa crítica a la televisión lo que quiero hacer, más bien un elogio a un programa para posteriormente desgranar uno de los planteamientos presentados en él. “Pienso Luego existo” así se llama el programa en cuestión, Frase acuñada por el filósofo Francés René Descartes y que hoy forma parte de la cabecera de este programa. En concreto quisiera hablar de la aparición de José Antonio Marina, Para mí, uno de los mejores filósofos Españoles del momento, personalmente he leído parte de su obra y a decir verdad me ha fascinado, al igual que lo hizo su intervención en dicho programa.
Volviendo la mirada al ámbito educativo, Marina planteó un pensamiento que es pilar fundamental de este escrito y que paso a redactar, en resumen por supuesto. Dice Así: La escuela y la publicidad van por caminos opuestos ya que mientras que la primera retrasa el momento de la recompensa, la segunda nos habla de la inmediatez de la misma puesta de manifiesto a través de la irreal necesidad de obtener el objeto anunciado en el menor tiempo y esfuerzo posibles. Un eslogan genérico podría ser: Tú debes tener esto, tú necesitas tener esto ¡Ya! ¡Ahora!. Así una vez satisfecha la demanda ficticia, se produce otra demanda y otra… y así sucesivamente.
Esto es, a grandes rasgos y resumiendo, la exposición hecha por José Antonio Marina.
La verdad es que estuve tiempo meditando el planteamiento aquí presentado, no en vano hacía tiempo que uno parecido me rondaba la cabeza, pero el escucharlo en boca de alguien como Marina me gratificó, vamos que no iba por mal camino mi pensamiento.
¿Cuántos de nosotros no hemos soportado estoicamente las peticiones de nuestros hij@s en supermercados, centros comerciales…Sobre objetos que han visto en televisión, en vallas publicitarias…? Llantos, pataletas, gritos, caras de enfado…Además de la atónita mirada de las personas que por allí pasan en ese momento ¿Qué hacer ante tal disyuntiva? Yo contemplo dos opciones: 1ª: Rendirnos a las peticiones de nuestro Hij@ y concederles el objeto deseado y 2ª: “Aguantar el chaparrón” y si es necesario volverse a casa, por supuesto, sin el ansiado objeto.
Paso a analizar las opciones, desde mi punto de vista, La primera es rápida y cómoda, pero corremos muchos riesgos: 1º Al estar en un lugar con un alto nivel de estimulación para nuestros hij@s (Luces, colores, infinidad de objetos apetecibles para ell@s..) hay una altísima probabilidad de que se produzca una nueva demanda con el resultado anteriormente descrito. 2º Si repetimos esta táctica, el mensaje que estamos mandando a nuestro hij@ es: Puedo conseguir objetos sin esfuerzo y de forma inmediata, así que ante una petición académica de buenas notas, realización de la tarea diaria.. Para conseguir un objeto que previamente se había pactado como recompensa a la satisfacción de la petición académica(Ejemplo: Si apruebas tendrás el objeto) será rechazado este camino, porque, entre otras cosas, es mucho más largo(Retraso de la recompensa), Máxime cuando nuestro hij@ ha aprendido un camino mucho más corto y directo para la obtención del objeto(Recompensa inmediata). Este es el conflicto entre publicidad y escuela que planteaba José Antonio Marina. Yo quiero ir un poco más lejos. Hemos de convenir que este conflicto lo provocamos nosotros que como padres hemos permitido que se instaure, en forma de hábito, la inmediatez de la recompensa.
La segunda opción es mucho más laboriosa ya que requiere dedicación plena porque nos convertimos en agentes activos al reconducir la conducta adecuada de nuestros hij@s, si en la primera opción cedíamos a las peticiones, quizás por comodidad( Así se calla el niñ@) en esta segunda opción la recompensa que obtendremos como padres no será inmediata, más bien a largo plazo, se retrasará.
En mi propia experiencia como padre puedo garantizar que la segunda opción reporta beneficios que suelen mantenerse en el tiempo, aunque también es cierto que hay que estar en guardia permanente ante el alubión de información, buena y mala, a la que diariamente están sometid@s nuestr@s hij@s, así que creo que debemos de ser filtro de dicha información para seleccionar la adecuada y desechar la inadecuada.
Finalmente creo que hemos de trabajar en tratar de cambiar la expresión: Yo Quiero por la de Yo Merezco.
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