Era una mañana de verano. Caía un Sol de justicia, que disparaba el mercurio de los termómetros, Quizás, por eso, mi microondas decidió, que se acabo, "c'est fini", no más volver locos a los átomos para calentar alimentos sólidos,o líquidos.
Es curioso, el cariño y la dependencia, que experimenta uno con estos cacharros, máxime cuando ha sido tu compañero durante muchos desayunos, almuerzos o cenas, así que decidí llamar a un amigo, de esos que son buenos arreglando cacharros como el mío, o similares, por si había alguna solución. Después de destripar mi microondas me confirmó mis peores presentimientos: - Mira, Tío. El motor está quemado y te saldría más caro repararlo, que comprarte uno nuevo. Ante un veredicto tan claro y contundente , no me quedó más remedio que resignarme, y, por supuesto, rascarme el bolsillo si quería recibir los beneficios de otro microondas. Casi sin margen para lamentaciones, me dirigí a una gran superficie para reemplazar mi viejo microondas por uno nuevo. Una vez dentro del establecimiento me dispuse a comparar los precios y características de los que allí se ofertaban. Estaba enfrascado en mi decisión, cuando se me acercó un chico joven, era uno de los dependientes de aquel lugar, y con una sonrisa que invitaba al buen rollo, me preguntó:- ¿Le puedo ayudar en algo?, le expliqué, que estaba buscando un microondas con una buena calidad-precio. Sin querer o queriendo, entablamos una amena conversación, que derivo en aspectos más personales de su vida:-Llevo dos meses trabajando aquí.- Soy Biólogo, y hasta hace cuatro meses yo cobraba de una beca de investigación en la universidad de Málaga, no era para tirar cohetes, pero, al menos, trabajaba en algo relacionado con mi carrera, llegaron recortes y decidieron no renovarme la beca. Menos mal que tengo este "Curro".- ¡Ah! y mi novia por fin ha encontrado trabajo, también. Su novia es grado en psicología y vende artículos de bricolaje en una conocidísima marca.
Finalmente, y tras aquella conversación, pagué en caja el precio de aquel microondas, me dirigí a mi coche, y de forma casi inconsciente, casi automática,diría yo, lo sitúe en el maletero. Poco importaba, el motivo de mi visita a aquella tienda de electrodomésticos, más bien, me quedaba el regusto amargo por lo que aquel chico me había rebelado. En el camino de regreso a casa muchas preguntas asaltaban mi cabeza: ¿Es este el futuro que les espera a nuestro@s hijo@s, dejarse: esfuerzo, tiempo, dinero, noches sin dormir..Para acabar en un trabajo, el cual, poco,o nada tiene que ver con la carrera en la que se dejaron la piel, y que, en la mayoría de los casos, tiene la categoría de precario?¿Se verán obligad@s a hacer las maletas y emigrar hacia aquellos países que le ofrezcan un puesto de trabajo relacionado con lo que estudiaron y con un salario digno? o, simplemente ¿se plegarán a la evidencia y aceptarán como válido el trabajo, que les ofrezca el mercado, sea este precario, o, que no tenga nada que ver con su formación?....
Creo que no es momento de bajar los brazos, más bien es hora de seguir demandando lo que, en justicia les corresponde, un trabajo digno y adecuado a la formación que recibieron y en el lugar ,o, al menos, en el país que se la proporcionó.
Creo que no es momento de bajar los brazos, más bien es hora de seguir demandando lo que, en justicia les corresponde, un trabajo digno y adecuado a la formación que recibieron y en el lugar ,o, al menos, en el país que se la proporcionó.